Han pasado ya seis años desde que decidimos ir a Etiopía, más concretamente a Dubbo, para hacer labores de voluntariado, pero a fecha de hoy, nuestro viaje no es sólo para colaborar, es para visitar a nuestras familias, porque después de todo este tiempo son NUESTRA FAMILIA.

Aquí vivimos en otra dimensión, todo lo que ves y vives aquí desde que te levantas es impactante; su forma de vida, sus casas, sus ideas y sus tradiciones. Nuestra jornada de trabajo comienza a las 7 de la mañana y termina a las 10 de la noche; a pesar de tantas horas estamos felices con todo lo que hacemos.

Por las mañanas a primera hora, después del desayuno, aprovechamos para hacer labores de oficina, pero a las 10 ya nos esperan nuestros 1.000 niños para entrar a comer; todos están en la zona del pozo y esperan que salgamos para darnos los buenos días con una canción. Estamos con los niños hasta las 12, en estas dos horas, se han lavado, han llenado sus cantimploras y han comido. Alguno de estos días nos ha llovido bastante y a algunos les hemos tenido que cambiar de ropa pues estaban empapados; también en unas cuantas ocasiones hemos tenido que bajar al hospital con algún niño que tenía quemaduras, heridas o incluso malaria.

Por las tardes aprovechamos para bajar al Centro de La Vida, todos los niños nos esperan para jugar un rato con ellos. Este año hay muchos pequeñitos y aprovechamos para achucharlos un poco y darles el biberón, aunque se lo suelen tomar ellos solos en la cuna desde muy pequeños.

Casi todas las tardes visitamos el hospital, sobre todo los pabellones infantiles, hay muchos niños con malaria y quemaduras, este año el pabellón de malnutridos está más vacio, lo que no quiere decir que no haya mucha desnutrición en la zona. Un día de los que bajamos nos encontramos a  un padre con su hijo de 1 año, venía caminando desde un pueblo lejano con el niño enfermo en brazos. El niño se llama Tesfaye y tiene una desnutrición severa, pesa poco más de 4 kilos, no camina y es la piel sobre los huesos, se pueden contar una a una todas sus costillas; las piernas no pueden sostener su escaso peso. Pero todo esto queda en nuestra retina y en nuestro corazón, una imagen vale más que mil palabras. En el Hospital de Dubbo encontramos muchos casos como este y tratamos de ayudar en todo lo que podemos.

También hemos aprovechado para visitar a los niños apadrinados, es una paliza de coche por caminos intransitables y mucho peor los días que llueve, ya que estamos en la época del meher y cuando llueve lo hace sin parar. Nos damos cuenta que muchas familias este año han mejorado, han arreglado sus casas e incluso han comprado algún animal, esto nos anima a seguir adelante. En estas visitas los niños nos rodean, te cogen de la mano, del brazo, de la pierna, ¡es imposible caminar!. Niños descalzos, sucios y semidesnudos que nos acompañan rodeándonos y sonriendo durante todas las visitas; les encanta que les hagamos fotos y disfrutan viéndose en la pantalla de la cámara. Algunos ya dicen alguna palabra en español, y tratan de repetir todo lo que les decimos o incluso lo que hablamos entre nosotras.

A la 7 de la tarde allí en Dubbo es prácticamente noche cerrada y ya no se sale de la Misión; fuera las hienas campan a sus anchas, sobre todo los martes día de mercado en Areka; desde la cama podemos oír perfectamente sus aullidos que en realidad parece que se rían. En muchas ocasiones hemos tenido noticia de que por la noche han devorado a algún borracho o incluso a niños que han abandonado las familias en los caminos.

Después de la cena, si hay luz, aprovechamos para hacer labores de oficina y papeleo. Alrededor de las 10 de la noche toca ir a dormir, y de nuevo a las 7 empezamos un nuevo día, ¿qué nos deparará hoy?.

A pesar de todo esto, nuestros corazones están llenos de emoción y no podemos decir exactamente lo que vemos y sentimos, pero tal vez os hagáis una pequeña idea de cómo viven estas gentes y la necesidad que tienen de nuestra ayuda. Estas líneas son sólo una pequeñísima parte de lo que vivimos diariamente, pero vale la pena esta experiencia, es ¡indescriptible!.

Crear-Sonrisas