El voluntariado es una actividad que podemos ejercer todos, sin tener en cuenta la edad, la profesión, los conocimientos o cualquier otra característica personal; es cuestión de orientarnos hacia el servicio más adecuado: escuela, hospital, orfanato, mantenimiento, oficina, …; es una experiencia única. Los voluntarios, realmente, dan algo a cambio de algo; dan: tiempo, entusiasmo, conocimientos, compromiso y responsabilidad. Y reciben a cambio: conocimientos, amistad, experiencia, nuevas habilidades y amor. 

La experiencia, las sensaciones, las imágenes, los olores, las gentes… no se pueden explicar por mucho que cuentes, tampoco puedes prepararte para ello, es sorprendente.

Año 2007

Habíamos decidido que este verano iba a ser diferente:  Conoceríamos un país nuevo, pero de un modo distinto, ¡y no sabíamos cuanto!… Preparamos el viaje con mucha ilusión, incertidumbre y sobre todo con muchas ganas. Nos íbamos a Etiopia, de la que llevábamos oyendo hablar en el colegio varios años. Tratábamos de prepararnos para lo que nos íbamos a encontrar allí, pero… la experiencia, las sensaciones, las imágenes, los olores, las gentes… no se pueden explicar por mucho que cuentes, tampoco puedes prepararte para ello, es sorprendente.

La inmensa mayoría de los niños sólo hacen una comida al día, para la que tienen que caminar, en muchos casos, más de una hora; algunos llevando a sus hermanos más pequeños a cuestas. Tienen sus vientres hinchados por la malnutrición, la piel escamada, los ojos tristes, …

El concepto de familia es muy distinto, los niños son abandonados en los caminos; por el contrario, nosotras hemos sido recibidas por todos como uno más de la casa. Impresiona lo agradecidos que son, cómo tratan de agasajarte con lo poco que tienen, su hospitalidad, lo felices que son los niños, la falta de maldad, su ingenuidad, su belleza, su confianza, respeto y amor.

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Año 2008

Después de todo un año trabajando desde España, volvemos a la Misión de Dubbo. Nada más llegar, nos damos cuenta que este año Etiopía lo está pasando mal, pero esto no es nuevo, pues lleva así muchísimos años, aunque este año su situación es crítica, está pasando una grandísima hambruna debido a la escasez de lluvias del invierno; estas no llegaron, la cosecha no llegó y la comida tampoco. El gobierno ha decidido repartir alimento para paliar el problema, pero son miles, y no llega a todos.

El tercer día de estar en la Misión, tuvimos un parto en directo: las familias de los apadrinados deben ir una vez a la semana a realizar algún trabajo a la Misión (recoger hierba, cortar leña…);
una de las madres, mientras estaba cortando la hierba agachada, dió a luz a su bebé, ella no sabemos si en algún momento se dio cuenta que estaba embarazada, pues debido a la mala alimentación sus barrigas siempre están hinchadas.

En todo momento estuvimos con la madre, el bebé y el resto de las mujeres. Allí no hubo ni gritos, ni llantos. Nada altera el momento, es pura rutina: una me agarra, otra con una cuchilla corta el cordón, y un poco de agua para limpiarme, y con otra criatura de vuelta a casa, ya era su sexto hijo, a pesar de su corta edad. Creo que las más nerviosas éramos nosotras, pues no sabíamos que hacer.

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Año 2009

VOLUNTARIADO 2009

De nuevo hemos vuelto con nuestras familias de Dubbo. Allí todo es diferente, se juntan sentimientos de tristeza e impotencia, pero a la vez una enorme felicidad y ganas de seguir adelante ayudando a niños, mayores y ancianos a mantener la esperanza; ¡es duro ver cómo vive esta gente!; pero  a la vez es gratificante ver como te acogen y como te recuerdan con cariño.

Los niños toda la gente de Dubbo, nos abrazaban, nos llaman por nuestros nombres, nos invitan a sus casas, y nos dan todo su amor, y nosotras nos derretimos al verlos.

Visitamos los “tukules”, no hay agua, cocinan en el suelo, la nevera y los armarios son ganchos colgados del techo; no tienen muebles, duermen en el suelo sobre hojas de falso banano y para taparse y resguardarse del frío, los más privilegiados tienen una manta para todos; en algunos casos los animales son los que les dan calor en las frías noches del “meher”.

Este año repartimos un «carnet de identificación» a todos los apadrinados y trabajadores de la Misión, para facilitar la atención hospitalaria y cualquier tipo de asunto que tengan que realizar en la misma. Se sorprendían mucho al ver su foto en el carnet, y lo guardaban como una verdadera joya.

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Año 2010

Otro año más volvemos a ver a nuestras familias de Dubbo. A pesar de ser el cuarto año, nuestros corazones laten con la misma emoción que la primera vez.

Como otros años el viaje una paliza, pero después de un buen rato en el control de aduanas, por fin podemos descansar un poco antes de salir hacia Dubbo, nos quedan unas cinco horas de viaje en coche.

Todos nos reciben con cariño y tanto ellos como nosotras estamos preparados para pasar un bonito mes de agosto.

Durante este mes hemos hecho muchas cosas para las familias, pero todos somos necesarios y nos necesitamos unos a los otros. No importa la religión, la cultura, la raza, …, todos somos iguales, sin tener encuenta en qué parte del mundo has nacido. Por eso sólo tenemos que tener en cuenta que: «poder es querer».

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Año 2011

VOLUNTARIADO 2011

Queridos amigos, ya estamos de vuelta de Dubbo; como en años anteriores, han sido unos días inolvidables, con mucho trabajo pero una gran alegría por estar rodeadas de nuestros niños y familias etíopes.

Un año más nos han recibido con cariño y una gran sonrisa en sus caras, ya nos conocen bien: ¡Sister Celia!, ¡Sister Loli!, ¡Saro!

En este mes hemos tratado de darles además de ayuda económica, todo nuestro amor y cariño, hacerles sonreír y disfrutar con nuestra estancia allí.

Os dejamos este diario de viaje para todos aquellos que estéis interesados en leer esta experiencia, que para nosotras como en otras ocasiones ¡ha sido inolvidable!. Tanto las Hermanas como las familias saben que volveremos.

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Año 2012

Han pasado ya seis años desde que decidimos ir a Etiopía, más concretamente a Dubbo, para hacer labores de voluntariado, pero a fecha de hoy, nuestro viaje no es sólo para colaborar, es para visitar a nuestras familias, porque después de todo este tiempo son NUESTRA FAMILIA.

Aquí vivimos en otra dimensión, todo lo que ves y vives aquí desde que te levantas es impactante; su forma de vida, sus casas, sus ideas y sus tradiciones. Nuestra jornada de trabajo comienza a las 7 de la mañana y termina a las 10 de la noche; a pesar de tantas horas estamos felices con todo lo que hacemos.

Por las mañanas a primera hora, después del desayuno, aprovechamos para hacer labores de oficina, pero a las 10 ya nos esperan nuestros 1.000 niños para entrar a comer; todos están en la zona del pozo y esperan que salgamos para darnos los buenos días con una canción. Estamos con los niños hasta las 12, en estas dos horas, se han lavado, han llenado sus cantimploras y han comido. Alguno de estos días nos ha llovido bastante y a algunos les hemos tenido que cambiar de ropa pues estaban empapados; también en unas cuantas ocasiones hemos tenido que bajar al hospital con algún niño que tenía quemaduras, heridas o incluso malaria.

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Año 2013

Después de haber viajado por diferentes países del mundo, la primera vez que viajamos a Etiopia nos dimos cuenta que ya no necesitaríamos ir a ningún otro sitio, ya habíamos encontrado el lugar donde volver; es por ello que este es nuestro séptimo año de “vacaciones” en Dubbo.

Los primeros días, a simple vista, parece que  todo sigue igual, pero ya nada es lo mismo que la primera vez que viajamos, ahora nos une una gran amistad, ahora ya todos ellos forman parte de nuestra familia y los llevamos en el corazón. La mirada de los niños y los padres sigue siendo de tristeza y sufrimiento, pero ahora vemos que se trata de una mirada que al vernos se ilumina; unas miradas que sonríen a nuestra llegada.

Como todos los años anteriores nuestra jornada laboral empieza muy pronto por la mañana, este año hemos cambiado todas las tarjetas identificativas de los apadrinados, así como los días y horas que las mujeres vienen a cortar hierba a la Misión, ha sido un trabajo tremendo, sobre todo porque las madres no tienen muy claro ni el número de hijos que tienen, ni cómo se llaman, ni la edad qué tienen,…, es decir ayudan poco. También se han hecho las fotos y los trabajos para las tarjetas de Navidad de este año.

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Año 2014

Otro año más acudimos a Dubbo, a ver a “nuestras” familias, a nuestros niños, a nuestra gente…

Esta vez somos 5 y, tras una gran escala en Arabia Saudí, estar en Addis Abeba 4 días esperando el equipaje (no ha llegado nada), por fin llegamos a casa.

¿Cómo están los pequeños?, parece que algo mejor, aunque los voluntarios que llegan por primera vez, siempre dicen: “pues si ahora están mejor como estarían el año pasado”. Y es cierto, pero para nosotros cualquier ápice de mejoría es para celebrarlo: que estén más limpios, menos desnutridos, más contentos, con menos heridas, menos enfermos…

Llegamos por la noche, y estábamos deseando que amaneciera para ver a los niños. En cuanto la puerta se abre y nos ven, comienza la revolución: abrazos, besos y sobretodo sonrisas, esas sonrisas que te enamoran en cuanto las ves. En ese momento los voluntarios “primerizos” tienen su primer choque de realidad. Porque aunque hemos estado unos días en Addis Abeba, y durante las 4 o 5 horas que unen la capital con Dubbo, observas el camino y sus gentes, hasta que no tienes el contacto directo, no asumes el por qué y qué vas a hacer allí.

El “Aula de vacaciones” está desarrollándose satisfactoriamente, acuden sólo 500 niños, porque el gobierno no ha dado permiso para que asistan más niños. ¡Es genial ver cómo disfrutan con el agua!. Los niños dan la bienvenida a sus nuevos amigos, y recuerdas la primera vez que oíste esas canciones, en ese momento desconocidas, y  que ahora ya forman parte de ti.

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Año 2015

Finales de julio y….. Volvemos a Dubbo. Esta vez somos 4, para ninguna es nuestra primera vez, ha llegado todo el equipaje y… estamos deseando llegar a casa.

Hemos traído el “Dermátomo” que nos pidió el Hospital, es un aparato para realizar injertos de piel y que será de mucha ayuda para asistir a los quemados. Afortunadamente no nos han abierto el equipaje y no hemos tenido que declararlo.

¡Qué guapos están nuestros chicos con sus uniformes nuevos! Por más que compramos la ropa de diferentes tallas, siempre les queda grande a los más pequeños… ¡son tan pequeños!. Este año hemos tenido más suerte y pueden entrar 550 niños.

Este año con la revisión de los apadrinados hemos pasado mucho tiempo, comprobando si están estudiando, sus notas… Este control es muy necesario para que el proyecto sea beneficioso para las familias y aprendan a gestionar el dinero, cuidar de sus hijos…

Las familias están fenomenal, tienen una gran cosecha de frijoles y pensamos que esto va ha mejorar la situación económica, pero no es así, está cosecha se ha adelantado por el cambio climático (por eso nunca la habíamos visto, porque tendría que haber llegado más tarde) y ya nos dicen que por el contrario, esto va a empeorar la situación de las familias, porque van a perder una cosecha, y entre una y otra va a pasar mucho tiempo, por lo que se prevé periodos de hambre.

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Año 2016

voluntariado-2016

Ir, ver, conocer, aprender, apoyar, contar, dejar una parte de tí allí y traerte otra parte de allí contigo… una vivencia que se queda en tu recuerdo como una de las experiencias más enriquecedoras de tu vida.

Existen personas que dejan huella y otras que nos marcan para toda la vida… la experiencia vivida en Etiopía durante el mes de agosto es difícil de explicar con palabras, pero si os podemos decir que esos niños han conseguido las dos cosas en todos estos años. Si alguien quiere saber qué es el amor incondicional basta con mirar a los niños a los ojos, y entonces lo encontrará.

Otro año más hemos ido cargados de ropa, calzado y material escolar; este año también con dos proyectores. Tuvimos suerte y en la aduana no nos retiraron nada, ni nos miraron.

Hemos conocido historias de familias que por muchas veces que vayas, siempre nos ponen los pelos de punta.  Hemos ayudado a algunas familias a reparar sus tukules, ya estropeados por el paso de los años y las inclemencias del tiempo, también a muchas de ellas se les ha ayudado económicamente para construir una nueva casa de corcoro. Hemos comprado animales y hemos pagado consultas médicas urgentes…. Estas familias nos han contagiado sus ganas de luchar para salir adelante; todo aquello que parece imposible, con trabajo y esfuerzo llega a ser posible….

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Año 2017

Este año, como desde hace 11 años, volvimos a Dubbo con incertidumbre de alojarnos en un sitio nuevo y colaborar por primera vez con los Hermanos Capuchinos. Los cuatro Carolina, Celia, Juanmi y Loli estábamos expectantes por lo que nos íbamos a encontrar allí, pero a la vez ilusionados por volver un año más a visitar y ayudar a nuestras familias.

A nuestra llegada al aeropuerto de Addis Abeba nos recogieron Mamush y Aster. Mamush fue nuestro conductor durante toda nuestra estancia. Es un conductor excelente, pero bastante arriesgado; más de un día tuvimos que sacar el coche del fango, ya que en agosto es la época de las grandes lluvias y los caminos parecen pistas de hielo. Aster es una chica etíope que habla español (a su manera) pero que nos ha acompañado a hacer todas las visitas y nos ha sido de gran ayuda.

Desde el aeropuerto salimos en coche por la carretera que une el norte con el sur del país hacia la región de Wolayta, más concretamente a Dubbo, que está a unos 300 km hacía el sur. Tardamos el llegar unas seis horas ya que la carretera no está en muy buenas condiciones y circulan por ella miles de personas, mujeres con garrafas y fardos de leña a la espalda, hombres con sus animales y niños jugando al borde de la carretera. El paisaje es espectacular: el verde de las montañas y de los valles, los tukules, las casas de barro,… Por más años que volvamos a este bellísimo país, nunca deja de sorprendernos.

Llegamos a Dubbo a media tarde, los padres Capuchinos nos recibieron con gran alegría y nos prepararon una buena cena antes de acompañarnos a la casa que iba a ser nuestro alojamiento durante todo el mes. Una casa grande y acogedora, con un gran jardín, allí pasamos buenos momentos para recordar. Nuestro primer día después de salir de España llega a su fin y después de deshacer el equipaje toca dormir….

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Año 2018

Después de 12 años creando sonrisas. Volvemos por segundo año a nuestro nuevo alojamiento en Dubbo; la casa que Don Donato tiene dentro del recinto del hospital y que nos cede durante nuestras últimas estancias allí. Es una casa grande y cómoda. Esperamos este año comenzar nuestro trabajo con los Padres Capuchinos. En esta ocasión fuimos seis personas: Araceli, Carolina, Celia, Juanmi, Loli y María, cuatro de nosotros ya habíamos estado allí en años anteriores y dos eran nuevas, y desde que pusimos el pie en Addis Abeba ya quedaron impresionadas.

Este año viajamos con Egypair, es un vuelo bastante bueno, pero los horarios son intempestivos; por lo que llegamos al aeropuerto Bole de Addis Abeba a las 6 de la mañana, y ¡oh!, la primera sorpresa, allí no había nadie esperándonos. Así que en el parking del aeropuerto con todo nuestro equipaje (en esta ocasión llevábamos 12 bolsas de 22 kilos cada una y luego cada uno su propio equipaje de mano) comenzamos a llamar a Abba Hailegabriel para que viniera a recogernos; hacía muchísimo frío (allí es invierno) y comenzaba a llover, en agosto es la época de las grandes lluvias y en Addis Abeba siempre llueve con gran fuerza; después de 12 años nunca hemos podido pasear por allí sin lluvia.

Abba Hailegabriel no tardó demasiado en recogernos y fuimos a la casa que tienen los Padres Capuchinos en Addis Abeba, nos dejaron unas habitaciones para poder descansar un rato y después del desayuno salimos hacia Dubbo en la región de Wolaita, situada a 320 km al suroeste del país.

Es un viaje largo, por la carretera se cruzan de forma imprevisible cabras, burros, bueyes, mayores y niños; allí las reglas de circulación no existen, aunque nuestro conductor circulaba sin preocupación a pesar del caos. Cientos de personas caminan por la carretera hacia los mercados de la zona, la carretera es un ir y venir de personas y animales, todo un reto….

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Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra.

Crear-Sonrisas