Ir, ver,Este año, como desde hace 11 años, volvimos a Dubbo con incertidumbre de alojarnos en un sitio nuevo y colaborar por primera vez con los Hermanos Capuchinos. Los cuatro Carolina, Celia, Juanmi y Loli estábamos expectantes por lo que nos íbamos a encontrar allí, pero a la vez ilusionados por volver un año más a visitar y ayudar a nuestras familias.

A nuestra llegada al aeropuerto de Addis Abeba nos recogieron Mamush y Aster. Mamush fue nuestro conductor durante toda nuestra estancia. Es un conductor excelente, pero bastante arriesgado; más de un día tuvimos que sacar el coche del fango, ya que en agosto es la época de las grandes lluvias y los caminos parecen pistas de hielo. Aster es una chica etíope que habla español (a su manera) pero que nos ha acompañado a hacer todas las visitas y nos ha sido de gran ayuda.

Desde el aeropuerto salimos en coche por la carretera que une el norte con el sur del país hacia la región de Wolayta, más concretamente a Dubbo, que está a unos 300 km hacía el sur. Tardamos el llegar unas seis horas ya que la carretera no está en muy buenas condiciones y circulan por ella miles de personas, mujeres con garrafas y fardos de leña a la espalda, hombres con sus animales y niños jugando al borde de la carretera. El paisaje es espectacular: el verde de las montañas y de los valles, los tukules, las casas de barro,… Por más años que volvamos a este bellísimo país, nunca deja de sorprendernos.

Llegamos a Dubbo a media tarde, los padres Capuchinos nos recibieron con gran alegría y nos prepararon una buena cena antes de acompañarnos a la casa que iba a ser nuestro alojamiento durante todo el mes. Una casa grande y acogedora, con un gran jardín, allí pasamos buenos momentos para recordar. Nuestro primer día después de salir de España llega a su fin y después de deshacer el equipaje toca dormir.

Nos levantábamos temprano, ducha, hacer camas, limpieza y un buen desayuno con café con leche y pan con mantequilla, nutela o crema de cacahuete; para coger fuerzas para el día que se presenta. A las 8 de la mañana empezábamos nuestra tarea de visitar a las familias para ver su situación actual y cómo habían pasado el año; tenemos que decir que la situación este año no ha sido nada buena, y la mayoría de ellas lo han pasado bastante mal. Además en los días que estuvimos allí hubo varias tormentas importantes que destruyeron árboles, y campos de café y maíz; así que para este año creemos que la cosecha no será nada buena.

A lo largo del mes visitamos más de 100 familias de Dubbo, Manta Dubbo, Areka, Affama Bancha, Sore Homba, Affama Mino, Korke, Korke Doge, Hembecho y Sunkale. Con cada una de ellas nos sentamos para escuchar sus problemas, que no son pocos y nos hicimos participes de ellos. Nunca dejan de sorprenderte: niños descalzos y semidesnudos que se lanzan a tus brazos, sonrisas contagiosas, miradas regaladas…y este año muchas lágrimas de las madres y padres. No tienen de nada, pero todo nos lo dan, aquí todo se comparte, tienen una gran generosidad, no es necesario poseer para dar. Es quizá nuestra rutina lo que les saca a ellos de la suya y se esfuerzan al máximo para compensarte. Son conscientes de que les ofreces tiempo, trabajo y ayuda.

Acompañamos a muchos de ellos al hospital, ya que durante el año no tuvieron ninguna ayuda para la sanidad y encontramos más enfermos que otras veces dado que los recursos económicos de estas familias son muy limitados; la mayoría de ellas vive con menos de 1 € al día. También les ayudamos con el arreglo de algunas casas y viendo sus necesidades: compramos mantas, animales, grano para la comida, muletas, medicinas, y cualquier cosa que necesitarán de primera necesidad; fuimos en varias ocasiones al mercado de Areka y a Soddo.

También gestionamos con los padres Capuchinos las becas de estudio para este curso, tanto a nivel de primaria y secundaria, como universitarias; y nos reunimos con las tres chicas que este año gracias a las becas de Crear-Sonrisas, han podido realizar su sueño y se han graduado en sus diferentes carreras: ¡ENHORABUENA CHICAS!.

Ya en los últimos días estuvimos midiendo el espacio que los Padres Capuchinos nos ceden para poder desarrollar los futuros proyectos que llevará a cabo Crear-Sonrisas en Dubbo. Es un gran espacio que tiene muchas posibilidades, pero que tenemos que rehabilitar durante este año y preparar el terreno para nuestro trabajo en un futuro. Visitamos en un par de ocasiones visitamos a Marcella en Soddo, para recibir asesoramiento y consejos sobre nuestros futuros cambios, ella lleva casi quince años trabajando con los niños de la zona y sabe mejor que nadie las necesidades de la región.

Los días son intensos pero muy satisfactorios, y volvemos con los deberes hechos, ahora a trabajar desde España para que nuestras familias puedan tener un futuro más esperanzador, que seguro que es posible; nadie mejor que nosotros sabe cuánto nos necesitan.

Traemos las maletas vacías, pero nuestros corazones y nuestras cabezas llenas de nuevos proyectos a desarrollar, así que habrá que volver de nuevo el próximo año, porque nos embarcamos en una gran propuesta: construir un centro de acogida para los bebés, y una escuela de padres y otra de agricultura.

¿Quién dijo miedo?….

«El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta». Charles Dickens

Crear-Sonrisas