Ir, ver, conocer, aprender, apoyar, contar, dejar una parte de tí allí y traerte otra parte de allí contigo… una vivencia que se queda en tu recuerdo como una de las experiencias más enriquecedoras de tu vida.

Existen personas que dejan huella y otras que nos marcan para toda la vida… la experiencia vivida en Etiopía durante el mes de agosto es difícil de explicar con palabras, pero si os podemos decir que esos niños han conseguido las dos cosas en todos estos años. Si alguien quiere saber qué es el amor incondicional basta con mirar a los niños a los ojos, y entonces lo encontrará.

Otro año más hemos ido cargados de ropa, calzado y material escolar; este año también con dos proyectores. Tuvimos suerte y en la aduana no nos retiraron nada, ni nos miraron.

Hemos conocido historias de familias que por muchas veces que vayas, siempre nos ponen los pelos de punta.  Hemos ayudado a algunas familias a reparar sus tukules, ya estropeados por el paso de los años y las inclemencias del tiempo, también a muchas de ellas se les ha ayudado económicamente para construir una nueva casa de corcoro. Hemos comprado animales y hemos pagado consultas médicas urgentes…. Estas familias nos han contagiado sus ganas de luchar para salir adelante; todo aquello que parece imposible, con trabajo y esfuerzo llega a ser posible….

Pero lo que más hemos hecho es recibir cariño de los niños, sus sonrisas, su inocencia, sus miradas y la magia que desprenden; todo ello nos permite despojarnos de muchas cosas que ya no te sirven  y reforzarte como persona.

El horario habitual de trabajo es de 7 de la mañana a 7 de la tarde de lunes a viernes, aunque también los sábados los aprovechamos para hacer visitas y los domingos siempre tenemos algo que hacer.

De lunes a viernes por la mañana de 8 a 12 tenemos el Proyecto Aulas de Vacaciones y también el control de las familias apadrinadas que vienen a la Misión. Este año los martes y jueves los niños ha tenido sesión matinal de cine, era alucinante ver sus caras. Diariamente vienen 550 niños, asisten a la escuela, juegan, tienen acceso al agua (se lavan) y comen.

Por las tardes a las 14 horas salimos de excursión para visitar a las familias en sus casas; visitamos todos los poblados de la zona de Wolayta en los que tenemos niños apadrinados para ver sus progresos y situación actual; todo ello se anota y se revisa y estudia por las noches.

Los fines de semana los aprovechamos para bajar al Hospital para visitar a los enfermos e informarnos de las necesidades que tienen. También vamos a alguna casa para tomar café; bueno café y…. un trozo de pan, unas palomitas, unas galletas y algún refresco; todo ello acompañado con canciones y bailes.

Por supuesto que también tenemos tiempo para pasear por Dubbo o ir al mercado local; es una aventura, de repente los niños te cogen de la mano, pero no uno ni dos, hay veces que llevamos casi 20 niños alrededor que con sus risas tímidas nos acompañan durante todo el trayecto.

Sin duda, lo que se queda allí es incomparable con lo que nos traemos: Una experiencia que te cambia indudablemente para mejor, que te ayuda a apreciar y valorar las cosas de otro modo, mucho más sano, justo y solidario.

No sólo ayudamos a nuestras familias de Wolayta, sino que aprendemos de ellas. Lo que empezó siendo un sueño hace 10 años, se ha convertido en nuestros mejores recuerdos, irrepetibles experiencias e imborrables actitudes, por eso, nunca dejaremos de soñar.

 

Crear-Sonrisas