Después de 12 años creando sonrisas. Volvemos por segundo año a nuestro nuevo alojamiento en Dubbo; la casa que Don Donato tiene dentro del recinto del hospital y que nos cede durante nuestras últimas estancias allí. Es una casa grande y cómoda. Esperamos este año comenzar nuestro trabajo con los Padres Capuchinos. En esta ocasión fuimos seis personas: Araceli,  Carolina, Celia, Juanmi, Loli y María, cuatro de nosotros ya habíamos estado allí en años anteriores y dos eran nuevas, y desde que pusimos el pie en Addis Abeba ya quedaron impresionadas.

Este año viajamos con Egypair, es un vuelo bastante bueno, pero los horarios son intempestivos; por lo que llegamos al aeropuerto Bole de Addis Abeba a las 6 de la mañana, y ¡oh!, la primera sorpresa, allí no había nadie esperándonos. Así que en el parking del aeropuerto con todo nuestro equipaje (en esta ocasión llevábamos 12 bolsas de 22 kilos cada una y luego cada uno su propio equipaje de mano) comenzamos a llamar a Abba Hailegabriel para que viniera a recogernos; hacía muchísimo frío (allí es invierno) y comenzaba a llover, en agosto es la época de las grandes lluvias y en Addis Abeba siempre llueve con gran fuerza; después de 12 años nunca hemos podido pasear por allí sin lluvia.

Abba Hailegabriel no tardó demasiado en recogernos y fuimos a la casa que tienen los Padres Capuchinos en Addis Abeba, nos dejaron unas habitaciones para poder descansar un rato y después del desayuno salimos hacia Dubbo en la región de Wolaita, situada a 320 km al suroeste del país.

Es un viaje largo, por la carretera se cruzan de forma imprevisible cabras, burros, bueyes, mayores y niños; allí las reglas de circulación no existen, aunque nuestro conductor circulaba sin preocupación a pesar del caos. Cientos de personas caminan por la carretera hacia los mercados de la zona, la carretera es un ir y venir de personas y animales, todo un reto.

Después de parar en Butajira para comer y descansar un rato, continuamos camino hacía nuestro destino y llegamos a primera hora de la tarde. Nos instalamos en la casa y poco a poco empezamos a deshacer el equipaje y a preparar los paquetes de ropa para las familias; pero después de tantas horas de viaje pronto nos fuimos a acostar y mañana será otro día.

Nos levantamos pronto para comenzar con nuestro trabajo: las visitas a las familias del programa y también algunas nuevas que nos han informado que tienen problemas sanitarios. Al vernos, la gente celebra feliz nuestra llegada, nos reciben con los brazos abiertos y lo poco que tienen lo comparten con nosotros; los niños nos rodean y nos siguen a todas partes, algunas veces ya resulta un poco cansado. Nos invitan a sus casas para celebrar nuestra llegada con la ceremonia del café; la alegría es el común denominador de todos. Todos comparten con todos, porque compartir cuando tienes es en cierto modo fácil; pero cuando la gente comparte sin tener nada es algo grandioso. Como ellos mismos dicen: “somos familia”.

Durante todo el mes hemos visitado las comunidades de la zona. Hemos comprobado una a una la situación de todas las familias y hemos hablado con ellas para ver su situación actual y sus necesidades más próximas. Se les ha entregado ropa, material escolar y los balones que nos donaron.

Como en años anteriores hemos tenido que llevar a varios niños al hospital y también a algunas mujeres, algunos de ellos han estado ingresados varios días. Yisak sigue con sus visitas al médico en Addis Abeba, antes de realizarle la operación final, este año el niño está mejor. Nos hemos reunido con Tesfaye para ver sus calificaciones y charlar con él, este año ha hecho 2º de enfermería y ha obtenido buenos resultados, durante este mes estaba realizando las prácticas en Hossana. También con el director de la escuela de los Padres Capuchinos para ver los avances de los niños que tenemos becados en la escuela, todos ellos han estudiado fuerte este año.

Nos encontramos con varias familias cuyas casas se han caído o están en muy malas condiciones y dado que es época de lluvias llovía más dentro de la casa que fuera: a Abush se le han reparado las paredes del tukul y parte del tejado, a Aman se le ha reparado parte del tejado y se le han comprado ventanas y puerta, a Shakira se le ha construido una habitación anexa a la casa para que viva con su padre inválido, a Ayano se le ha construido una nueva casa de córcoro pequeña para que viva con su madre enferma, su padre ha fallecido en julio, en este caso se le han tenido que comprar muebles y todo, ya que el tukul se derrumbó y no quedó nada. A otros muchos se les ha ayudado para que rehabiliten sus casas.

Durante el mes, en varias ocasiones nos hemos reunido con los responsables del Gobierno de Areka, con la idea de la cesión de un terreno, ha sido un ir y venir de papeleo, entrevistas, visitas al terreno, etc. En dos ocasiones tuvimos reuniones con el Obispo de Sodo para que nos informara de los pasos a seguir en esta nueva andadura de la Asociación. En todo momento Tilawork y Tewabech nos han acompañado, pero el que nos ha sido de gran ayuda este año ha sido Dejene, que a diario estaba preparado a las 8 de la mañana para venir con nosotros todos los días.

Cada día hemos visto la calma relajada con la que las familias que sobreviven allí aceptan su suerte y deciden enfrentarla con una sonrisa resignada. Vivir sin agua, sin luz, con menos de un euro al día para mantener a una familias de 6 a 8 miembros,  con escasez de comida, sin ropa de abrigo durante la época de lluvias (junio, julio y agosto) cuando hace mucho frío y llueve continuamente; eso forma parte de su día a día.

Nos damos cuenta que son muchos y grandes los retos a los que las familias deben hacer frente: poca cantidad de tierra agrícola, baja producción, inseguridad alimentaria y la sequía que se agravan por la alta densidad de la población. Pero también es mucho el entusiasmo y las ganas de salir adelante de la mayoría de las familias, aunque siempre hay alguna que no quiere avanzar. Las oportunidades que ahora empiezan a tener sin duda les permitirán labrarse un futuro mejor.

Una de las cosas que más me maravillan es que, a pesar de sus necesidades, todos ellos conservan la sonrisa y te la regalan con tan sólo ver la tuya.  Admiro su capacidad de sonreír, desde el corazón, no sólo con la boca, sino también con los ojos y con el alma.

Ya de regreso, sentimos la satisfacción del deber cumplido y haber cubierto expectativas; creo que hemos ayudado y nos han ayudado. Hoy nos vienen muchos recuerdos a la mente pero sobre todo tranquilidad, nos sentimos felices, pero no felices por terminar sino felices por el desafió de comenzar… No hay que gastar energía en lamentarse, sino en construir; en elegir qué vas a hacer. Lo importante es el aquí y el ahora… ¿Quién sabe dónde estaremos mañana?.

«El éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día». Robert Collier

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